Tenere gli occhi aperti, ¡empezamos! En primer lugar, elegiremos nuestro tipo de pasta preferido, hay multitud de tipos (spaghetti, penne, tortiglioni, fusilli, rigatoni, farfalle, tagliatelle…) y todos son una gran opción. Pondremos abundante agua en una cazuela y esperaremos a que hierva, una vez alcanzado el punto de ebullición colocaremos un fuego medio y vertemos la pasta para cocerla, el objetivo es dejarla al dente pero aquí entra en juego el gusto personal.
Durante la cocción de la pasta, en una sartén con aceite de oliva sofreímos la cebolla picada. Cuando la tengamos casi a punto, añadiremos los tomates secos muy picados y las almendras, nueces o piñones, y doramos ligeramente.
Conviene saberlo: previamente podemos hidratar o no los tomates deshidratados. En caso de no hacerlo aportarán un toque crujiente al plato pero conviene picarlos en trozos más pequeños que si los hidratamos.
Cuando ya hemos conseguido el punto deseado de tostado de estos ingredientes, les añadiremos la nata junto con un toque de pimienta y lo hervimos todo junto brevemente para mezclar sabores y aromas, y reducir la nata. Si quieres elaborar un plato 100% casero, en lugar de añadirle nata de cocinar de brick puedes elaborar una rica salsa similar a base de queso y leche, le sumará unos minutos a la elaboración pero ¡también muchos puntos al plato!
Una vez finalizada la cocción de la pasta, la escurriremos ¡ojo, sin lavarla con agua fría! (de acuerdo con nuestros amigos italianos es un absoluto sacrilegio) y le añadiremos la rúcula y nuestra deliciosa salsa. Antes de servir, mezclaremos bien para que la pasta se impregne completamente con la salsa, distribuimos un poco de parmesano rallado por encima y espolvoreamos un ligero toque de pimienta para finalizar el plato.
Buon appetito! Disfruta de una de las recetas con tomates secos que seguramente se perpetúe en tu repertorio por su sencillez, universalidad y éxito en boca.